Dicen que el olfato es el sentido menos desarrollado de los seres humanos pero sin embargo tiene un gran poder evocador.
Ese olor a piscina que recuerda a los veranos de la niñez en los que aprendimos a nadar, esa ráfaga de viento que hace que huelas el mar y recuerdes los primeros domingos de maleta y autobús, el aroma que siempre te recordará a tu casa o la fragancia que, incluso años después, hace que esa persona, y muchos de los momentos vividos con ella (tanto buenos, como malos) aparezcan por un momento en tu cabeza son solo algunos ejemplos de la fuerza que puede tener.
Y es que, a fin de cuentas somos animales y aunque estamos socializados y más que instintos lo nuestro son pulsiones, la reacción que un estímulo tan sutil puede crear en nosotros, en inmensa.
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SOBRE NOSOTROS
Idas y venidas, locuras y demás historias de cuatro licenciados en psicología
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